La Enfermedad Mental y su Tratamiento en el México Prehispánico

La historia del saber médico en nuestro país surgió desde la época prehispánica gracias a historiadores como Fray Bernardino de Sahagún. No de menor relevancia son la conservación de algunos códices precolombinos y la preservación en la tradición oral del método de diagnosticar y curar.

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Fray Bernardino Sahagún

Fray Bernardino pudo consignar algunos detalles en el Códice Florentino que resguarda varios de los temas de interés como religión, gobierno y salud en el México anterior a la conquista. También tenemos el Códice de la Cruz Badiano, que describió las plantas medicinales utilizadas en la curación de enfermedades específicas. Pero es de lamentar que son pocos los códices y documentos que sobrevivieron a la destrucción que ejecutaron los conquistadores.

En el México antiguo, la cosmovisión de los nahuas[1] era diametralmente diferente a la nuestra.

López Austin (2016), define cosmovisión como:

Un hecho histórico de producción de procesos mentales inmersos en decursos de muy larga duración, cuyo resultado es un conjunto sistémico de coherencia relativa, constituido por una red colectiva de actos mentales, con la que una entidad social, en un momento histórico dado, pretende aprehender el universo en forma holística. (p. 22)

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Xipe Totec

Cuando los conquistadores llegaron a México, se inició la conversión de los mexicas a la religión católica de los españoles. Esta fue una hazaña difícil por la manera distinta de concebir el cosmos entre las dos culturas. Los frailes franciscanos, dominicos y agustinos, hacían la evangelización; y una dificultad para lograrla era la desproporción numérica en que lo nativos sobrepasaban al número de los frailes. La religión indígena fue satanizada, sin embargo se aprovecharon de paralelismos entre dioses y santos, por ejemplo, la diosa madre Coatlicue, a quien los indígenas llamaban Tonantzin, y la virgen de Guadalupe.  

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Cihuateteo

Los españoles intentaron la evangelización por medio de la destrucción de imágenes de los dioses, de los templos, la supresión de las ceremonias rituales y la persecución de los sacerdotes. Este reemplazo de la religión, se inició con la nobleza y las clases gobernantes. En la concepción cristiana hay un solo Dios y un dualismo de opuestos polares que representan el bien y el mal. El mal será vencido al final de los tiempos y seguirá separado del bien eternamente. El ser humano tiene una moral que determina su destino en el más allá.

La verdadera existencia del hombre está más allá de este mundo. En contraste con la religión mesoamericana, ésta es politeísta, el dualismo es de opuestos complementarios de naturaleza necesaria (frio y caliente), el bien y el mal no son polares, la moral del hombre es predominantemente pragmática y social. Las principales consecuencias de la conducta humana son mundanas.  Y la verdadera existencia del hombre se da en este mundo.

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Oxocomo y Cipactonal

En el funcionamiento cósmico se describieron dos calidades de la sustancia. Como ha expresado López Austin (2016): “Una es fría, húmeda, oscura, débil, inferior, acuosa, nocturna y femenina, que tiene su opuesto complementario: caliente, seca, luminosa, fuerte, superior, ígnea, diurna y masculina” (p. 77). Estos conceptos nos introducen a las concepciones de salud y enfermedad en Mesoamérica.

La génesis de la enfermedad era causada de manera intencional por un agente sobrenatural (dios), alguna entidad no humana (fantasma o ancestro) o alguna persona -brujo o hechicero- (Ortiz de Montellano, 2005). Entonces, si una persona atribuía una infección ocular a Xipe Totec, el remedio era usar la piel de una persona desollada, el día de su fiesta.

Otra situación muy importante a considerar, era la visión que tenían los habitantes mesoamericanos de que el cuerpo era un microcosmos que reflejaba el universo. Ellos lo diferenciaban en cielo, tierra e inframundo. También tenían un calendario común, un ciclo sagrado de 260 días. Este calendario ejercía una influencia sobre los seres del universo a través de un centro y los cuatro puntos cardinales.

A continuación se describen, dentro del cuerpo humano, estos centros vitales y sus equivalentes con el universo.

El tonalli, fuerza anímica relacionada con el sol, se concentraba en la cabeza. Su ausencia causaba enfermedad y hasta la muerte.

El destino del individuo dependía del signo del día de su nacimiento, que era establecido por las fuerzas anímicas que regían sobre ese día.  El destino no implicaba una predisposición en el individuo, también importaba su conducta durante la vida.  Ernestina Jiménez-Olivares (1983) dio un ejemplo de este tonamatl.[2] Si un individuo nacía en Ome Tochtli, su pronóstico era alcoholismo. En palabras de Fray Bernardino de Sahagún: “fuera de su juicio, y no le importa sino el vino y amaneciendo tiene la cara hinchada y disforme y no parece persona” (Citado por Jiménez-Olivares, 1983).

Otra fuerza anímica muy importante era el teyolía ubicada en el corazón. Al dañarse el teyolía sobrevenía la enfermedad o la locura. Y el ihiyotl era una tercera fuerza anímica localizada en el hígado. Este órgano resultaba afectado en los perpretadores de transgresiones sexuales. Esta cosmovisión generaba una forma de control social.

Las cihuateteo eran espíritus de las mujeres muertas durante el primer parto y acompañaban al sol durante su descenso. También vagaban en la tierra durante la puesta de sol enfermando a mujeres y a niños pequeños que se topaban con ellas.  Las manifestaciones clínicas eran crisis convulsivas y fiebre; les quitaban su belleza y los poseían (Viesca, 2005).

Otra manera en la que se producía la enfermedad, se explicaba por los magos con poderes sobrenaturales, como los nahuales. Estos fueron tenidos como seres que se convertían en diferentes criaturas y cosas.  Algunos hombres podían transformarse en puma, jaguar, perro, murciélago, búho, lechuza, serpiente o bola de fuego.

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Mictlantecutli y Quetzalcoatl

La magia podía hacerse directamente, o por la construcción de un modelo (un palo vestido de papel) y por el viaje extático (por ayunos, penitencias, sangrías o uso de psicotrópicos). Con respecto a la adivinación, sabemos por López Austin (2005), que Oxocomo y Cipactonal eran expertos en el arte de la adivinación. Eran dos viejos, y quienes deseaban hacer este arte debían ser especialistas. Con la adivinación se deseaba saber entre varias cosas, el origen de las enfermedades, el tratamiento adecuado de los enfermos y el pronóstico de la enfermedad.

El tratamiento estaba constituido también por el uso de varias plantas que efectivamente tuvieron propiedades para modificar las funciones fisiológicas. Un ejemplo que se utiliza ampliamente en Oaxaca es el ololiuhqui (Rivea corymbosa). Produce un estado de letargo, y languidez en que el sujeto tiene aumento de la percepción y estimula también la imaginación. Las moléculas que logran estos efectos son lo alcaloides de ergotamina. La yolloxochitl (flor de corazón) se recetaba para distintos problemas cardiacos.

Deseamos cerrar este documento con una mención sobre la concepción de la muerte para los nahuas. Con los ritos funerarios y el duelo el pueblo nahua reflejó su salud mental para elaborar el duelo y para hacer estas manifestaciones en comunidad (Villaseñor, 2013). Mictlantecutli  el dios de la muerte, tiene su contraparte en Quetzalcóatl que representa la vida, ellos se enfrentaron en el mito de la creación. Al Mictlan iban los que fallecían de una enfermedad natural, al Tlalocan, los que tenían enfermedades muy específicas asociadas a Tlaloc, también los que se ahogaban, o los gotosos. El destino de los lactantes es muy diferente, ellos iban al lugar donde un árbol les alimentaba (el árbol nodriza) al no estar contaminados. Como conclusión podemos pensar que los nahuas tuvieron una visión esperanzadora de la muerte. Un pensamiento sistémico acerca de la enfermedad. Una visión del desequilibrio que equivalía en el cuerpo al cosmos…

Referencias.

Jiménez, E. (1983). La delincuencia femenina en México. México, DF: UNAM.

López, A. (2016). La cosmovisión de la tradición mesoamericana. Primera parte. Arqueología Mexicana. Ed. especial 68, 8-24.

López, A (2004). Magia y adivinación en la tradición mesoamericana. Arqueología Mexicana. 12 (69), 20-29.

Ortiz de Montellano, B. (2004). Magia Medicinal Azteca. Arqueología Mexicana. 12 (69), 30-33.

Sahagún, B. Historia de las cosas de la Nueva España. México: Porrúa.

Viesca, C. (2005). Las enfermedades en Mesoamérica. Arqueología Mexicana. 13 (74), 38-41.

Villaseñor, S (2013). El concepto de la muerte en el imaginario mexicano. Rev Neuropsiquiatr 76 (1), 13-18.

[1] El término nahua se refiere a todos aquellos grupos y personas que hablaron o hablan la lengua náhuatl, y a sus manifestaciones. Así hablamos de los nahuas de Guerrero, los nahuas del señorío de Tlaxcala, o la cultura nahua.

[2] Libro que podría pronosticar el destino de acuerdo al día del nacimiento.